El mérito escolar como medio de dominación: la reproducción social y la distribución de los bienes educativos.
Prof. Lic. Alberto Horacio Rodríguez
Samuel Bowles y Herbert Gintis, economistas estadounidenses, realizan en La instrucción escolar en la América capitalista (1985) una contribución muy interesantes a la sociología de la educación. Parten del estudio del fracaso de las reformas de la educación secundaria estadounidense, inspiradas por una matriz liberal, teniendo como objetivo, establecer una educación con fuerte énfasis en valores democráticos y liberadora de la personalidad individual. La desigualdad económica y los niveles educativos de desarrollo alcanzados por los estudiantes van a venir marcados en primera instancia por el mercado, la propiedad y las relaciones de poder que definen el sistema capitalista. Lo que hacen las instituciones de enseñanza es estructurarse de acuerdo a unas modalidades curriculares y a unas estrategias organizativas destinadas a jerarquizar y a distribuir meritocráticamente a cada persona en el interior de la red de ocupación, que también está diseñada jerárquicamente.
Se analizará críticamente, pues, la teoría de la correspondencia de Bowles y Gintis, centrándome en el planteamiento de Michael Walzer, en especial a sus conceptos de bien social, igualdad compleja y tiranía para demostrar que la escuela no tiene como propósito reproducir a los grupos sociales con fines jerárquicos, pues no tendría sentido intentar analizar los principios distributivos internos del bien social educación.
Introducción La Teoría de la Correspondencia En el año 1976, se edita por primera vez La instrucción escolar en la América capitalista, obra correspondida a los economistas Samuel Bowles (EE.UU. 1939) y Herbert Gintis (EE.UU. 1939). Este libro, con una anchurosa revisión histórica y con abundantes estadísticas, desarrolla la teoría de la correspondencia. Ésta teoría explica que, hay una correspondencia entre la disposición de la escuela y el universo del trabajo en la economía capitalista. Dicha correspondencia, se caracteriza por la subordinación y la dominación.
Como antecedente a La instrucción escolar en la América capitalista, la investigación de F. W. Jackson, La vida en las aulas de 1968, muestra la cotidianidad de las instituciones educativa. La escuela se organiza de acuerdo a códigos con características de desigualdad de poder entre docentes y estudiantes. Dichos códigos tiene como propósito, transformar a los educandos en los modelos que los adultos les imponen. A pesar de la existencia de profesores y profesoras con valores democráticos, que respetan el contexto y cultura de los niños, niñas y adolescentes, según Jackson, sus competencias son un símil con los guarda cárceles (Jackson, 1992:48). Los premios y castigos suelen estar anudados al éxito y conectados muy estrechamente con lo que él denomina curriculum oculto.
Lo oculto en el curriculum, es esa composición de potencia del elogio y el poder para moldear características específicas en la vida colectiva del aula. Cada estudiante, debe dominar y practicar de forma eficaz este currículum oculto de la escuela, en oposición al curriculum oficial, que hace hincapié en las instancias académicas.
Bowles y Gintis, aprovecharán el concepto de curriculum oculto, como recurso para explicar la reproducción, cohesión y estabilidad de las relaciones sociales de producción y distribución.
En la Teoría de la Correspondencia, para hacer segura la reproducción del sistema económico, no interesan demasiado los contenidos formales de la enseñanza, es decir, los contenidos que divulgan los textos, apuntes, libros… Adquieren una exclusiva importancia, las experiencias cotidianas, a través de las estrategias de enseñanza y aprendizaje que se viven dentro de las aulas, en lenguaje de Jackson, el currículum oculto.
El sistema educativo ayuda a integrar a la juventud al sistema económico, creemos, a través de la correspondencia estructural entre sus relaciones y las de la producción. La estructura de las relaciones sociales de la educación no sólo acostumbra al estudiante a la disciplina en su puesto de trabajo, sino que desarrolla los tipos de comportamiento personal, formas de presentación propias, imagen de sí mismo, e identificaciones de clase social que son ingredientes cruciales para la idoneidad para el puesto. Concretamente, las relaciones sociales de la educación. Las relaciones entre administradores y maestros, maestros y estudiantes, estudiantes y estudiantes, y estudiantes y su trabajo, son una réplica de la división jerárquica del trabajo (Bowles y Gintis, 1985: 175-176)
Las facultades cognitivas y afectivas desarrolladas, como las destrezas técnicas, auxilian a la construcción de una subjetividad, que expresamente van a cooperar para legitimar y naturalizar, la existencia de desigualdades sociales y económicas.
Las formas de premios y castigos, de incentivar y de reprobar del sistema escolar van instaurando, la huella de características personales que requiere el mundo económico (Bowles y Gintis, 1985: 177)
Los empresarios y otras elites sociales, han usado a las escuelas para la legitimación de la desigualdad, a través de un dispositivo claramente meritocrático y racional, para la ubicación de individuos en funciones económicas. Las escuelas fueron abusadas, para la fecundación de tipos rentables de conciencia y conducta de los trabajadores, mediante una correspondencia entre las relaciones sociales de la educación y las de la vida económica. Además, los padres o adultos referentes, los/las estudiantes, los sindicatos y gremios de trabajadores, los afroamericanos, las minorías étnicas, las mujeres y otros grupos, han procurado utilizar a las escuelas, para alcanzar sus propios objetivos: seguridad material, cultura, una distribución más justa de las recompensas económicas y una ruta para el desarrollo personal que no conduce a las ganancias, sino a una vida más plena (Bowles y Gintis, 1985:136)
Igualdad vs mérito: el proceso de reproducción El diseño de Bowles y Gintis, tiene su ancla, en la desigualdad dentro del capitalismo. Ésta, no reside en insuficiencias de tipo individual, como supone la visión liberal de la educación, sino en la estructura de la producción y en las relaciones de propiedad. Por ello, su categorización de la educación como reproductora de la desigualdad, a través de la legitimación de la asignación de individuos a posiciones económicas, a partir de méritos visiblemente objetivos, como forma simbólica en el proceso de legitimación en la educación. En este proceso de legitimación de la tendencia meritocrática, la apología de la desigualdad, debe supeditarse cada vez más de las desigualdades educativas y diferencias de clase social.
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