Por el Lic. Federico Massone, del Centro Familiar Eirene
El siguiente artículo tiene el propósito de brindar herramientas para colaborar con la elaboración del proyecto de vida del adolescente y el joven.
Está destinado a padres, líderes de grupos de jóvenes y público en general, interesados en la formación psicológica y espiritual del adolescente y joven.
Para la realización de este aporte, tomamos como base las elaboraciones teóricas la psicología existencial de Víctor Frankl y Carl Rogers.
También procuraremos presentar una perspectiva bíblica sobre este tema tan importante. Para esto nos basaremos en el libro de Eclesiastés y tomaremos como referencia el libro de Eduardo Tatángelo “Quién dijo que la vida no tiene sentido?”.
¿Por qué es importante tener un propósito?
Comenzaremos por considerar algunas posibles respuestas a esta pregunta.
Tener un propósito en la vida nos prepara para la vida adulta.
El proyecto de vida es un elemento fundante de nuestra personalidad. La misma no solamente está determinada por nuestra historia. Los anhelos, proyectos y propósitos también la determinan. Según Nietzche “Quien tiene un por qué vivir, encontrará casi siempre el cómo”.
Si una persona siente que tiene un propósito qué cumplir, un llamado o una vocación, sus valores se hallan determinados por este mismo propósito. Esa persona vive en otro plano, con cierta independencia del “qué dirán” porque su interés está más allá del juicio de los otros. Y también vive con cierta independencia de las contingencias y dificultades de la vida.
Recuerdo un compañero de la secundaria. Hoy un gran amigo. Una persona profundamente espiritual. Nunca prestó demasiada atención al qué dirán. Su vida estaba (y lo está todavía) volcada en lo que él considera su “llamado en la vida”. Me llamaba la atención su forma de ser. Parecía inmutable ante las críticas. Sus emociones no parecían variar demasiado por las opiniones de las otras personas aun cuando a esa edad es tan importante el “pertenecer”. Y conocemos bien los peligros a los que los chicos se exponen por “pertenecer” a determinados grupos (la droga es solo uno de los tantos ejemplos posibles).
El vivir con un propósito es verdaderamente satisfactorio. La búsqueda de la felicidad por sí misma resulta ser una empresa sin resultado satisfactorio. La felicidad resulta elusiva si la busco como un fin en sí mismo. Si mi único propósito es buscar la felicidad, lo que voy a encontrar es que nada es completamente satisfactorio.
Desde el punto de vista bíblico, seguir ese camino significa darse la cabeza directo contra el “hebel” de la vida. “Hebel” en hebreo significa vapor, aire caliente. Y es la palabra que en el libro de Eclesiastés se traduce por “vanidad”. No significa vanidad en el sentido de “orgullo” sino de algo que no tiene ningún valor trascendente. Leemos en Eclesiastés 2:
2 También me dije a mí mismo: «Ahora voy a hacer la prueba divirtiéndome; voy a darme buena vida.» ¡Pero hasta eso resultó vana ilusión! 2 Y concluí que la risa es locura y que el placer de nada sirve.3 Con mi mente bajo el control de la sabiduría, quise probar el estímulo del vino, y me entregué a él para saber si eso es lo que más le conviene al hombre durante sus contados días en este mundo.4 Realicé grandes obras; me construí palacios; tuve mis propios viñedos. (…) 10 Nunca me negué ningún deseo; jamás me negué ninguna diversión. Gocé de corazón con todos mis trabajos, y ese gozo fue mi recompensa.11 Me puse luego a considerar mis propias obras y el trabajo que me había costado realizarlas, y me di cuenta de que todo era vana ilusión, un querer atrapar el viento, y de que no hay nada de provecho en este mundo.
Este pasaje, tan hermoso como realista, nos muestra la cruda realidad.
De modo que estamos obligados a concluir que la felicidad aparece en el camino cuando busco otra cosa.
Podríamos decir que existen dos maneras distintas de encarar la vida:
Abordándola por la vía de la Autorrealización: Significa procurar el despliegue de todas mis potencialidades como ser humano. Buscar la satisfacción como un fin en sí mismo.
Abordándola por la vía de la Misión: Significa comprender que tengo un llamado. Una vocación. Una misión en la vida. Es un propósito que está más allá de mí mismo. No es egoísta. Es altruista. Se trata de no buscar mi propia satisfacción sino de cumplir con ese propósito.
La verdadera satisfacción aparece en esta segunda manera de encarar la vida. Cuando no la busco por sí misma. Sino cuando encaro mi misión en la vida. Aparece como una compañera que se une al viaje. Aparece casi inesperadamente cuando busco otras metas más elevadas. Según E. Tatángelo el placer y la satisfacción son excelentes resultados o consecuencias casi aleatorias de la búsqueda de propósitos realmente significativos, pero una frustración como objetivos. “Un excelente compañero de ruta pero un pésimo guía”.
Esto, por supuesto, no implica que la vida se trasforme en un lecho de rosas o que quede exenta de frustraciones o sinsabores. Pero estos pesares, vividos en el contexto de un sentido en la vida, se experimentan de otra manera. Profundizaremos en este punto más adelante.
(Este articulo continúa la próxima semana…)
En el CF Eirene tenemos un equipo de profesionales para acompañar y ayudar a los adolescentes y a sus familias. Comunicate con los psicologos cristianos de Eirene al : Se puede solicitar turnos al teléfono 4304-7967 los días lunes, miércoles y viernes de 10 a 15 hs, escribir a: centrofamiliar@eireneargentina.com.ar
Excelente reflexión… Un valioso aporte!! Gracias.
Gracias por tu comentario David! Saludos, Felicidades!