Finalmente llegamos a la parte final, en donde la autora Rebeca CotMilich nos comparte cómo tener una mente activa en la tercera edad (o para llegar a esa etapa de la mejor manera). ¡A disfrutar la lectura de la última parte!
Anteriormente estuvimos comentando acerca de los cambios que se producen en el cerebro como resultado del proceso de envejecimiento y la responsabilidad que tenemos cada uno de nosotros de hacer uso de la Plasticidad Cerebral, es decir, la capacidad de nuestro cerebro para mejorar su funcionamiento como producto del entrenamiento mental.
En esta ocasión, vamos a pensar en cómo nuestro estilo de vida influye en el desarrollo de las funciones mentales y cómo este puede favorecer o poner en riesgo nuestra salud a nivel cognitivo. ¿Qué elementos, de la vida diaria, hacen que mi cerebro potencie su desempeño?
Bien, estas cuestiones una vez que las mencionemos, pueden parecer de sentido común. Sin embargo, se han dedicado numerosas investigaciones a probar de manera científica su valor. Cuantiosos estudios que buscan conocer mejor la etapa del envejecimiento (recordemos que por tratarse de una población en aumento, la ciencia se dedica más que antes al estudio de las personas mayores) aportan datos que pueden sernos de utilidad a la hora de fomentar estilos de vida saludables que mejoren nuestra salud tanto física, como emocional y mental.
Comencemos por hablar de uno de ellos: la lectura. Se sabe que existe una fuerte asociación entre hábitos de lectura regulares y el mejoramiento de la salud cognitiva. La lectura de material bibliográfico de temáticas que nos desafían a pensar tiene una utilidad valiosa en este sentido.
Otro factor de protección en el envejecimiento lo constituye nuestro estilo de alimentación. La incorporación de pescados, frutas y hortalizas provee a nuestro organismo de Omega-3 que son grasas saludables necesarias para la función cerebral. Diversas investigaciones han comprobado los efectos beneficiosos del consumo de Omega-3 como un factor directo de mejora del funcionamiento mental. Y, asimismo, la alimentación que rige nuestra vida diaria, puede tener efectos que beneficien al cerebro de manera indirecta. Por ejemplo evitando la hipertensión que podría ocasionar alteraciones en el sistema nervioso.
Por otra parte, es conocida la importancia de la actividad física en la salud del cuerpo pero también se está dando a conocer la importancia de la actividad física en la salud cognitiva. Diferentes estudios muestran el alcance de distintos tipos de actividad física en el cerebro. Uno de ellos, remarcado muchas veces, es la caminata.
Otro elemento a destacar, como factor beneficioso en el mejoramiento de la salud cognitiva, lo constituyen las relaciones interpersonales. Un estilo de vida socialmente integrado, con participación regular en situaciones sociales, también es provechoso para minimizar los efectos del declive cognitivo. En situaciones sociales ponemos en juego gran cantidad de funciones cognitivas (como por ejemplo el habla, el razonamiento, la memoria, la atención, etc) que fortalecen conexiones neuronales y redundan en un mejor funcionamiento general del cerebro.
En este sentido, quiero dedicar unas breves palabras a los familiares de personas mayores. Como hemos visto en estos artículos, muchos de los cambios que notamos en nuestros familiares a medida que avanza su edad, tienen que ver con cuestiones biológicas que, tarde o temprano, transitamos todos. Es difícil a veces comprender lo que la otra persona está viviendo y poder adaptarnos a sus tiempos y necesidades. Sin embargo, nuestro acompañamiento y comprensión resultan esenciales para motivarlos a desarrollar estilos de vida más saludables y colaborar en la mejora de su estado de ánimo que, de manera directa o indirecta, redunda en beneficio a nivel cognitivo. Las familias pueden ser espacios donde la salud mental sea pretendida y ejercitada regularmente. Así como se busca, de muchas maneras, el bienestar físico, también se puede buscar la buena salud mental.
Líderes de iglesia, no olvidemos a las personas mayores. Necesitan de nuestro tiempo y dedicación. Necesitan, muchas veces, de oídos atentos y empáticos que sepan escuchar. Todo lo que podamos hacer por ellos repercutirá en salud a nivel cognitivo.
Recordemos las palabras que Dios habló a través del profeta Isaías y tomemos esta promesa para todos nosotros: los que transitan actualmente la tercera edad, y los que vamos camino a ella:
“Aun en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré. Yo los hice, y cuidaré de ustedes; los sostendré y los libraré”. Isaías 46.4
La Autora: Rebeca CotMilich es Licenciada en Psicología y Neuropsicología- MP: 11484
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Nota 1: https://eireneargentina.org/?p=2333
Nota 2: https://eireneargentina.org/?p=2341