Es importante ser como parecer. Más importante es hacer que decir. Habrás escuchado estas frases varias veces. Pero no dejan de tener razón e importancia, mucho más cuando se trata de la crianza de nuestros hijos. Todo lo que digamos delante de ellos –y mucho más lo que hagamos- será un motor para los valores que ellos vayan a poner en práctica en sus vidas. Sí, ellos están mirando que hacemos con el tiempo, dinero y recursos (entre otras cosas).
Expresar nuestros valores es importante, pero si esos valores se hacen prácticos en las decisiones que tomamos el impacto para nuestros hijos será incalculable. Pensemos en el siguiente ejemplo: Un padre o madre que dice que valora el tiempo con sus hijos pero nunca toma las decisiones necesarias para pasar ese tiempo de calidad con ellos, no está viviendo esos valores.
¿Si no lo llevamos a la práctica realmente lo valoramos? Es una sencilla pregunta que debiéramos hacernos todos los días. Le decís a tus hijos que está mal insultar, pero en el auto te escuchan decirle barbaridades a otro conductor que pasó muy cerca de tu vehículo. ¿Qué pensarán de esos valores de los que tanto les hablaste?
Aunque no nos demos cuenta nuestros hijos nos leen como un libro para lo que valoramos. Nuestras vidas les dicen lo que consideramos importante y no importante. ¿Qué clase de libro estarán leyendo?
El Señor Jesucristo dijo «por sus frutos los conocerás» y los frutos se ven en la práctica. Si queremos que nuestros hijos no sólo sean buenas personas sino que amen a Dios, que cultiven la fe y sigan a Jesús, ¡empecemos por ser modelos para ellos!
(Dto. de Comunicación Eirene Argentina)