Por Pr. Alberto Guerrero
«Otra vez os digo, que si dos de vosotros se convinieren en la tierra, de toda cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos ó tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos. Entonces Pedro, llegándose á él, dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré á mi hermano que pecare contra mí? ¿hasta siete?
Jesús le dice: No te digo hasta siete, mas aun hasta setenta veces siete.
Por lo cual, el reino de los cielos es semejante á un hombre rey, que quiso hacer cuentas con sus siervos.
Y comenzando á hacer cuentas, le fué presentado uno que le debía diez mil talentos.
Mas á éste, no pudiendo pagar, mandó su señor venderle, y á su mujer é hijos, con todo lo que tenía, y que se le pagase.
Entonces aquel siervo, postrado, le adoraba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
El señor, movido á misericordia de aquel siervo, le soltó y le perdonó la deuda.
Y saliendo aquel siervo, halló á uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y trabando de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que debes.
Entonces su consiervo, postrándose á sus pies, le rogaba, diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
Mas él no quiso; sino fué, y le echó en la cárcel hasta que pagase la deuda.
Y viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y viniendo, declararon á su señor todo lo que había pasado.
Entonces llamándole su señor, le dice: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste:
¿No te convenía también á ti tener misericordia de tu consiervo, como también yo tuve misericordia de ti?
Entonces su señor, enojado, le entregó á los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía.
Así también hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonareis de vuestros corazones cada uno á su hermano sus ofensas.» Mateo 18:19-35
El texto comienza con una expresión rabínica del tiempo de Jesús. Sólo los apóstoles tendrían autoridad para decir: ”esto lo enseñó Jesús”, o negarlo. Por la influencia católica esto se aplicó a la absolución de pecados, pero el texto va en la dirección de la Palabra. Estos discípulos son los responsables de transmitir las enseñanzas del Maestro, y podían afirmar qué había enseñado Jesús y qué no, y en especial Pedro.
El texto propone la necesidad de acuerdo entre ellos (v.19), y realmente éste es el eje que atraviesa todas las relaciones y vínculos imaginables. Ponerse de acuerdo es la palabra sinfonía. Implica que la congregación debe ser una sinfónica. Por razones de espacio sugiero averiguar las características de lo que es una sinfónica, pero menciono la definición del maestro Daniel Barenboim: “Es como una conversación donde vamos hablando y escuchando a la vez”.
Una sinfónica es justamente ese espacio donde nos escuchamos y expresamos, siendo lo más significativo y atractivo, la capacidad de ensamblar bajo la dirección del mejor Maestro.
En la cabeza de Jesús estaba claro que es imprescindible una “sinfónica espiritual” para que los “niños” no sean escandalizados, el que se desvió sea preocupación de todos, y para que exista la posibilidad de restaurar al que se ha equivocado.
Esta característica es la que Jesús demanda de toda congregación, comunidad o grupo humano que quiera realmente construir en el otro. Se entiende entonces que para que Dios esté en medio de su pueblo obrando, hace falta una sinfónica y cuando esto existe, entonces y recién entonces, Dios está en medio de ellos.
La reacción de Pedro y la ilustración de Jesús se hacen comprensibles (v. 21-35), porque la idea de perdón no era real en las comunidades judías. Ni el legalismo ni el dogmatismo dejan lugar al perdón. Esa era la cosmovisión de Pedro y la de su tiempo. Pero Jesús trae una mirada amplia y plena de misericordia hacia los demás.
Es que en realidad la única manera que tenemos de mostrar que hemos alcanzado a comprender en toda su dimensión la misericordia Divina, es cuando la proyectamos hacia los demás. Sin esta condición es imposible que exista una sinfónica. ¿Cómo funcionaría ésta si a cada error los músicos se estuvieran criticando? ¿Discutirían el del oboe con el violinista y éstos con el trompetista? Por el contrario, lo que se observa es que necesitan más y más tiempo de ensayo, dedicarse tiempo el uno al otro para lograr el ensamble que mencionamos…
Tal vez lo dicho suena muy utópico. Puede ser, pero es el camino que nos propuso el Señor, y puede ser complejo y difícil, pero la comunidad que lo logre será una antesala del cielo… y eso esta necesitando la sociedad hoy.