La reconocida escritora y referente de Eirene Argentina. María Elena Mamarian, escribió un texto imperdible brindando consejos para los líderes de adolescentes y jóvenes, que se enfrentan a casos de violencia de jóvenes que llegan a la Iglesia. Lo reproducimos a continuación.
Ser un líder de adolescentes y jóvenes constituye hoy en día un gran desafío. ¡Es para valientes y apasionados! Transitamos una época de grandes y veloces cambios sociales, políticos y económicos que ni siquiera alcanzamos a comprender y metabolizar. El mundo se presenta incierto e inseguro. Las problemáticas familiares y sociales son cada vez más complejas. Mientras los adultos se retiran, a veces por indiferencia y desidia, otras por impotencia, y las más de las veces por estar demasiado ocupados en resolver sus propios asuntos, los chicos quedan a la deriva, sin anclajes que los contengan y afirmen.
Los focos de trabajo con los más jóvenes son muchos y complejos. En este caso, queremos animar a que los/las líderes asuman una responsabilidad ineludible en el tema de la violencia en la pareja porque creemos que ellos ocupan un lugar en la primera línea de ayuda al estar cerca naturalmente de adolescentes y jóvenes, en una época evolutiva en donde los padres y las madres ya no son tan relevantes para ellos.
Entre otras cosas, recomendamos:
Ser proactivos en el tema. Esto significa que, dada la magnitud que la violencia de género tiene en la actualidad, especialmente entre los jóvenes, este tema debe formar parte de la agenda permanente de los grupos juveniles. Esto se traduciría en los programas que se lleven a cabo con adolescentes y jóvenes, en la intencionalidad de la consejería, en la prevención y en el acompañamiento que se haga. Por ejemplo, por su cercanía a los chicos a quienes acompañan, los/las líderes pueden estar más atentos y trabajar en especial con la así llamada “población de riesgo”: chicos y chicas que han vivido situaciones de maltrato en sus propias familias y que pueden, entonces, estar más predispuestos a repetir esas pautas disfuncionales aprendidas.
No se espera que los líderes juveniles de las iglesias sean especialistas en violencia familiar o de género. Se espera que sean sensibles y que se sientan apelados en su responsabilidad por un tema altamente preocupante, dentro y fuera de la iglesia. Sobre todo, porque trabajan con un público todavía permeable a los cambios. Por lo tanto, es promisorio y gratificante prevenir e intervenir antes de que las relaciones de maltrato en la pareja se consumen y establezcan.
La tarea de los líderes de adolescentes y jóvenes no es fácil. Pero el Dios de Jesucristo que los llama a ejercer esta vocación no los deja solos/as. Está comprometido con el ser humano hasta el fin. El está dispuesto a fortalecerlos y darles luz.
Dios nos tenga compasión y nos bendiga; Dios haga resplandecer su rostro sobre nosotros, para que se conozcan en la tierra sus caminos, y entre todas las naciones su salvación” (Salmo 67:1-2).
Mamarian, María Elena: Rompamos el silencio. Prevención y tratamiento de la violencia en la familia. Cap. 4: Prevención de la violencia en el noviazgo. Ediciones Kairos