Las palabras y los hechos son dos elementos importantes que tenemos para sembrar el bien en la pareja y en la familia (también con los hijos). Las buenas parejas se dicen «te amo», «te quiero», «me gustas», etcétera cotidianamente. Para ellas es un hábito y los cónyuges nunca se cansan de escuchar esas expresiones; al contrario, las esperan. Los mejores hábitos para el día a día.
Todos necesitan sentirse valorados y queridos, y es en la pareja donde debemos dar y recibir esto. Un esposo sabio desarrolla tres excelentes hábitos para hacer cada día: decirle a su esposa que la ama, mostrárselo con un hecho y encontrar algo que la esposa es o ha hecho para agradecérselo.
Así como Pablo no se cansaba de repetir ciertas afirmaciones a los creyentes, porque creía que al hacerlo les ayudaría a recordar la verdad de lo que ellos ya eran («porque habéis sido elegidos», «llamados» «hijos de Dios»), el repetir expresiones de amor juega un papel importantísimo en el diario vivir.
El elemento básico para tener hogares felices es el amor entre los diferentes miembros de la familia. El amor procede de Dios, de ahí que al tener a Dios en el corazón de cada miembro del hogar, habrá amor en abundancia.
El amor no es un sinónimo de pasión sensual o de arranques impetuosos de los sentimientos. Consiste en practicar diariamente en la casa la regla de oro de la convivencia humana: «Hagan siempre con los demás como quieran que ellos hagan con ustedes». Cada uno buscará la felicidad de los otros miembros de la familia, y de ese modo encontrará la propia.
Esta clase de amor incluye la capacidad de tolerar los defectos y perdonar las faltas que el cónyuge o los hijos puedan cometer. «Sean benignos unos con otros –aconseja la Biblia-, misericordiosos, perdonándose unos a otros…”
¿Y sin empezamos hoy mismo?
Por equipo de comunicación Eirene.
Muy interesante!